
Exigirse a uno mismo y a la pareja un esfuerzo de madurez constante es clave para que el vínculo se mantenga fuerte con confianza, compromiso y atracción.
Ella es una joven muy profesional y con un futuro brillante. Él es un próspero hombre de negocios, decente y muy trabajador, y ambos gozan de una buena posición y excelente proyección. Se conocieron, se enamoraron, se casaron y todo parecía ir sobre ruedas. Tuvieron tres hijos maravillosos y al cabo de diez años de matrimonio —y para sorpresa de todos— quieren divorciarse.
¿No se suponía que dos personas decentes, de buenos valores y buena posición podrían salvar cualquier obstáculo? Ninguno de los dos fue infiel y siempre se trataron con respeto. Simplemente se convirtieron en amigos, mientras la chispa del amor se esfumaba cada día. Se casaron para ser felices sin límite de tiempo y ahora algo falta, invitándolos a explorar un proyecto de vida diferente cada quien por su lado.
Los 3 componentes esenciales
Para que una pareja perdure se deben mantener tres componentes de una relación integral: la confianza, el compromiso y la atracción. A fin de lograr que estos tres componentes se sostengan, es necesario saber en quién va a convertirse cada integrante. Podría pensarse que es imposible saberlo, pero cada uno debe tener claro en quién se va a transformar para su propio bien y el de la relación. Esto no se define en tanto si será madre o padre, o si va a graduarse como psicóloga o médico. Alguien puede ser más o menos perseverante, más o menos leal, o más o menos alegre. Una persona se define por sus virtudes.
Envejecer juntos no tiene ningún mérito: madurar juntos es el verdadero desafío. Si ambos integrantes de la pareja se comprometen a madurar, es muy probable que puedan mantenerse juntos con confianza, compromiso y atracción. Si cualquiera de los dos integrantes de una pareja se niega a madurar, muy probablemente esa relación sea temporal.
Factores de madurez personal
Estos son los que mantienen unidas a las parejas con confianza, compromiso y atracción. Revisemos uno por uno:
- Disposición para desarrollar las virtudes que cada integrante tiene débiles. Si una persona desordenada se une a otra persona tremendamente disciplinada, la primera tiene un tiempo finito para desarrollar su propia disciplina antes de hartar a su pareja. Si una persona es temerosa y se empareja con alguien muy valiente, tendrá que aprender a enfrentar los riesgos que se requieran. Una persona que quiere iniciar una relación de pareja debe tener la mayoría de sus virtudes al menos a nivel de suficiencia. Aquí no se trata de cambiar para gustarle a su pareja, ni de aceptarla sin exigir crecimiento en virtudes. Se trata de madurar mediante el desarrollo de las virtudes que cada quien tiene débiles. La consecuencia será que cada integrante le guste aún más a su pareja.
- Virtudes que los integrantes tienen fuertes y que son opuestas entre sí. Los polos opuestos se atraen. Una persona muy libre puede sentirse atraída por la ternura de otra persona protectora, ya que la libertad y la protección son opuestas. Una persona justa que aplica consecuencias le puede resultar atractiva a alguien compasivo que le da valor al dolor de los demás. Mientras ninguno de los integrantes juzgue como incorrecta la característica distinta de su pareja, las virtudes opuestas entre sí pueden causar atracción de por vida.
- Un propósito de impacto de tamaño similar. Una persona que solamente quiere impactar a sus más cercanos será muy infeliz al unirse en pareja con alguien que quiere cambiar el mundo y viceversa. La primera reclamará a su pareja dejar abandonados a los hijos, en tanto la segunda tratará de mejorar el mundo en el que van a vivir sus hijos. Las personas con intenciones de impacto de tamaño semejante tienen la oportunidad de madurar juntos en un proyecto de vida similar.
- Un propósito personal para convertirse cada quien en una mejor versión de sí mismo, gracias a la existencia de la pareja. Cada integrante debe tener claras sus virtudes débiles y cómo desarrollarlas. Solamente así se podrá saber en quién se va a convertir cada quien. Los integrantes deben confesarse sus virtudes débiles y apoyarse para desarrollarlas cada día, todos los días.
Declaración de compromiso voluntario
La atracción se mantiene debido a las virtudes opuestas. La confianza se mantiene cuando cada integrante confiesa y trabaja sus virtudes débiles. Desarrollar las virtudes a nivel suficiencia le permite a cualquier persona ser feliz sin pareja y eso le permitirá, entonces, ser feliz en pareja.
Por su parte, el compromiso se logra cuando cada quien comparte su propósito personal de madurar juntos. La fidelidad, lealtad, admiración y otros muchos aspectos son fundamentales para que una relación de pareja perdure.
La declaración para establecer un compromiso voluntario de pareja debe ser entonces:
Sabiendo que puedo ser feliz sin pareja
Sabiendo que tú puedes ser feliz sin pareja
Sabiendo quién soy yo y en quién me quiero convertir
Sabiendo quién eres tú y en quién te quieres convertir
Tú eres por y con quien estoy dispuesto(a) a convertirme
en esa mejor versión de mí mismo(a)
Es absurdo pensar que se debe aceptar a la pareja tal como es, sin exigirse a sí mismo y al otro un esfuerzo de madurez constante. Procediendo de esta manera no habrá sorpresas. Cada quien sabrá, conforme el tiempo pase, si va a madurar o retroceder en su madurez.
Cada integrante se convertirá en alguien más leal o menos leal, más perseverante o que se dejará derrotar fácilmente. Cada uno va a ser más o menos paciente, o convertirse en quien sepa perdonar o sea más rencoroso. Depende de cada integrante y su compromiso por madurar que la relación de pareja tenga o no una oportunidad genuina de perdurar con atracción, confianza y compromiso.