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Aligera tu carga de rencor

¿Qué tanto te sigue haciendo daño la ofensa de otra persona debido al gran coraje que sientes? Toma estas herramientas para practicar el perdón y aprovechar lo vivido.

“¡Ya verán! Ésta me la cobro y cara. Vas a ver cuánto les va doler”. El rencor suele ser uno de los sentimientos más entendibles y justificados cuando alguien hace algo que nos afecta de manera negativa. Sin embargo, analicemos la diferencia entre la venganza asociada al rencor y la justa aplicación de consecuencias correspondientes a una conducta ajena que nos afectó.

En toda transgresión se pueden producir una ofensa y una deuda. El rencor buscará venganza por la ofensa; la justicia perseguirá la indemnización de la deuda y la afectación que se produjo:

  • La ofensa es la afectación emocional causada por la conducta de la otra persona.
  • La deuda es la afectación real que fue provocada por dicha conducta.
  • Por eso, se puede cobrar la deuda (incluso con un sobrecosto material o emocional por los daños causados) y perdonar la ofensa aliviando el rencor que se pudo haber experimentado.

¿Qué es el rencor? Es el deseo de ver sufrir a la persona ofensora. En cambio, la aplicación de consecuencias no involucra un deseo de sufrimiento, aunque sí de aprendizaje para quien cometió una ofensa en nuestra contra. El rencor constituye un peso muy incómodo con el que cargamos cuando estamos ofendidos, mientras que la aplicación de consecuencias justas no involucra emociones.

Aunque parezca ironía, la venganza con deseo de ver sufrir al ofensor no logra calmar el sentimiento de rencor; al contrario, lo incrementa.

El dañino poder del rencor

Aquí el problema es que la persona ofendida es quien lo carga, por lo cual la buscada venganza probablemente provocará un nuevo ataque de regreso. El rencor es una de las emociones más destructivas que existen, ya que nos hace vivir en el pasado e impide vivir el momento presente y ver hacia adelante, tal como se debe vivir la vida.

Es posible que se experimente mucho rencor incluso contra personas que no saben que nos afectaron o que lo hicieron de manera involuntaria. Esas personas, supuestas ofensoras, estarán al margen de la afectación que trajeron y el rencor será una carga que nos pesará exclusivamente a las personas afectadas.

Normalmente, el perdón se alcanza apoyándose en mucha sabiduría. El filósofo griego Platón declaró en una de sus obras que las personas no son malas, simplemente demuestran su ignorancia cuando hacen algo en contra de otros. Cada vez que alguien ofende, molesta o lastima a los demás, está creando un problema para sí mismo a corto o a largo plazo.

Hay otras corrientes filosóficas que afirman que todo lo que le sucede a una persona es porque esa misma persona lo está provocando para aprender alguna lección personal de vida. Si lo anterior es cierto, entonces resulta absurdo provocarse lecciones dolorosas con la intención de aprender a perdonar. Será mejor tomar las debidas precauciones para que los riesgos sean medidos y sólo existan los necesarios.

Cualquiera que sea la filosofía de vida, es importante resaltar que el rencor no lleva a nada bueno y no tiene ningún valor práctico. El perdón, en cambio, es un gran alivio. Aquella persona que se niega a perdonar las pequeñas afectaciones que sufre por parte de los demás recibirá de la vida lecciones de perdón cada vez más graves y cada vez más frecuentes. Muy probablemente las siguientes lecciones lleven a recibir una sobredosis de ofensas.

Ya sea con una lección tremendamente dolorosa o por decisión de quitarse el peso del rencor de encima, todos caeremos en cuenta de que perdonando es posible vivir más en paz.

Entrenamiento para perdonar

El perdón es una virtud que permite aprovechar las ofensas de los demás para el propio crecimiento personal. La capacidad de perdonar debe practicarse poco a poco y con mucha constancia:

  1. Diariamente perdona algún error que un vecino, compañero de trabajo o familiar pueda cometer.
  2. Cada semana trata de perdonar un poco alguna ofensa que hayas vivido en el último año.
  3. Cada mes procura perdonar todavía más alguna ofensa que hayas experimentado durante la vida.

Invitarnos a perdonar no significa mantener la relación interpersonal involucrada debido a que se ha superado el rencor. Es posible perdonar alguna traición y eliminar el rencor, y aun así no conservar la relación con la persona que nos traicionó. No se le deseará el mal, pero el perdón no implica la obligación de continuar una relación que no nos interese o que nos incomode (personal, profesional, social o familiar).

La decisión de continuar esa relación donde surgió el agravio o la ofensa requerirá conceder el perdón, pero tendrá que basarse en la confianza y en que los factores que existían al principio de la relación sean conservados después de conceder dicho perdón.

info@femhom.com

Coach, consultor personal y director general de FemHom Consultores. Papá de dos hijos y autor de los libros Tu propósito de vida en pareja, La ley de tus razones y otros. info@femhom.com

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