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Conectando con tu cuerpo posparto

En esta etapa no necesitas fajas, dietas ni prisas. Lo importante es entender tu proceso natural de recuperación, darte tiempo y disfrutar lo más que puedas.

Hace unos años, me llamó una mujer que se había preparado para el parto conmigo. Además de que la había acompañado durante el nacimiento de su hija, tuve la oportunidad de visitarla algunos días después. En la llamada escuché su voz temblorosa de llanto y es que, tan sólo a siete días del nacimiento de su bebé, se sentía en medio de una crisis con su marido y, en general, con la adaptación a la nueva vida parental.

Después de una noche complicada de no dormir entre llanto, amamantamiento, pañales y arrullos, ese día se levantó de la cama alrededor de las ocho de la mañana —con una bata calientita y un mal peinado— para amamantar a su bebé en una mecedora. Su esposo se alistó para salir al trabajo, la besó y se fue.

El día fue desarrollándose de manera complicada, pues cada vez que quería descansar, sentarse a comer o ir al baño, la bebé le demandaba atenciones o volvía a darle pecho; cada vez que veía una oportunidad de descanso, el teléfono o el timbre sonaban, llegaba o se iba alguien, y realmente no encontraba un momento para ella. Comió a picadas entre las tomas de su bebé en brazos y, finalmente, alrededor de las siete de la noche su esposo volvió a casa. Mientras la miraba en la misma posición sobre la mecedora, con la misma bata y el mismo peinado, le dijo: “¿Pues qué has hecho en todo el día, mujer?”. Ella, como era de esperarse, rompió en llanto y me llamó.

Esta es una escena común en la primera semana de vida del bebé, durante la cual es conveniente bajar las expectativas del control y darte permiso de sumergirte en las profundidades del posparto. Habrá días tranquilos en los que podrás surfear las olas, pero otros en los que definitivamente no encontrarás tiempo ni de darte un baño. No tengas miedo de que esto suceda; es temporal y, en la medida de lo posible, no luches contracorriente.

Trata de fluir con lo que esté a tu alcance y pide ayuda. Conforme pasen los días, la adaptación se irá dando de manera natural y podrás encontrar un ritmo personal que te funcione. Recuerda que no se quedará así para siempre, todo irá tomando forma y, aunque no será como antes, podrás tener una vida en la que te sientas plena como mujer y mamá; sólo que hay veces que toma más tiempo de lo que se esperaba.

Mucha paciencia y nada de fajas

Tu cuerpo también se tomará su tiempo: no esperes ponerte en la primera semana del posparto los jeans que mejor te quedaban antes del embarazo. En el aspecto fisiológico sucedieron muchos cambios dentro y fuera, por lo que no es recomendable acelerar a tu cuerpo. Antes que nada fluye con la recuperación emocional y dale espacio a la adaptación. Más adelante podrás recuperar tu figura, tomando en cuenta que tu cuerpo ya cambió y quizá no vuelva a ser exactamente el mismo; esto no significa que no sea bello, sino simplemente distinto.

Las fajas posparto no son recomendables y son exactamente el tipo de “herramientas” que intentan acelerar una recuperación física sin necesidad, causando perjuicio más que beneficio. Éstas interfieren con la circulación natural de tu cuerpo y, más allá de ayudarlo, pueden provocar que tardes más en recuperarte, además de aumentar el riesgo de que salgan o empeoren las hemorroides (si aparecieron durante el embarazo o parto). Se tiene la idea de que si una mujer en el posparto no se faja, el cuerpo se le va a quedar “desparramado”, lo cual no es real. Por el contrario, si acostumbras a tu cuerpo a utilizarla, no permitirás que tu faja abdominal natural trabaje, mientras que los músculos abdominales rectos estarán sujetados todo el tiempo, sin hacer un esfuerzo propio por recuperar su tono.

Hay mujeres que sienten una falta de contención al no tener ya a su bebé en el vientre y, debido al movimiento de los órganos internos y la involución uterina, necesitan algún tipo de sujeción. Para ello, lo recomendable es una venda de 30 centímetros colocada a manera de faja sin apretarla tanto, o bien, utilizar un rebozo de igual manera, mismo que puedes amarrar y aflojar a tu gusto durante el día. El objetivo es que permitas a tus músculos trabajar por sí mismos; de esta forma te recuperarás más rápido y de manera natural.

Recuperar el peso es una de las cuestiones que más preocupan a las mamás en el posparto. Es importante que sepas que amamantar te ayudará a lograrlo, pues lactar provoca que quemes hasta 500 calorías extras diariamente, no sólo por utilizar la grasa que tu cuerpo acumula, sino porque se acelera el metabolismo al producir leche materna. Durante este periodo, igual o más que durante el embarazo, la nutrición juega un papel importante. Tu bebé siempre va a recibir lo mejor de tu cuerpo, pero si no estás bien nutrida, tú perderás el balance fácilmente. Necesitas alimentarte bien, lo cual no significa comer en abundancia, sino llevar una dieta alta en nutrientes esenciales que te ayude a sostener este periodo tan importante.

Pasadas cuatro semanas si fue parto natural o seis en caso de cesárea, puedes comenzar una rutina de caminata suave. No quieras correr al gimnasio o hacer un ejercicio de alto impacto, ya que esto puede traerte consecuencias posteriores.

Para mejorar tu digestión

Es probable que notes algo de estreñimiento en los primeros días, lo cual es común debido a que tus órganos se están readaptando al espacio. Para contrarrestarlo:

  • Aumenta el consumo diario de fibra para ayudar a tus intestinos a facilitar la evacuación.
  • Toma de 2 a 3 litros de líquidos al día, combinando agua simple con otros como agua de frutas, electrolitos naturales y tés que no contengan cafeína. Evita el café porque podría contribuir a que te deshidrates y sobreestimular al bebé a través de tu leche.
  • Come papaya, nopal crudo en licuado o cocido en ensalada, naranja, linaza, avena y ciruela pasa todos los días.

Atención especial a tu periné

Más allá del control de peso, también observa cómo está el resto de tu cuerpo. Hay otras partes que necesitan una recuperación como, por ejemplo, el periné (zona entre la vulva y el ano). Este conjunto de músculos y ligamentos que sostienen la base de tu cuerpo (conocida como el suelo pélvico), y que carga los órganos internos es muy fuerte y noble. Durante el embarazo se preparó para el paso del bebé hacia afuera, pero aunque no haya sido un parto vaginal, el trabajo de sostener determinado peso a lo largo del crecimiento de tu vientre, útero, la placenta y el bebé provoca cierta modificación.

Observa cómo lo sientes y cómo va recuperándose. Muy probablemente no tengas ganas de relaciones sexuales aunque hayan pasado los famosos 40 días. Escúchalo y date tiempo. En el momento en que estés lista, utiliza un lubricante y siempre ten mucha comunicación con tu pareja.

Los baños de asiento pueden ayudarte a una mejor recuperación de esta zona, independientemente si tuviste un desgarre o te realizaron una episiotomía (el corte del periné que algunos médicos aún practican al momento del nacimiento del bebé). Las hierbas más comunes para estos baños son caléndula, sábila y árnica. Recuerda que un baño de asiento debe durar aproximadamente 20 minutos de inmersión y el té que hayas preparado tiene que estar caliente (que lo toleres bien).

Además del aspecto sexual, puedes notar cambios al ir al baño. Si esto sucede y piensas que estás presentando algunos síntomas de incontinencia urinaria, acude a una valoración y rehabilitación vaginal. Independientemente de que hubiera algún grado de incontinencia o no, la recomendación después de seis semanas de posparto es que inicies la gimnasia hipopresiva, la cual trabaja de una manera mucho más interna y sin impacto a fin de recuperar tu piso pélvico y tu faja abdominal.

Mayor contención y placer

Busca un espacio donde puedas darte un baño posparto con diferentes hierbas que ayudan a la recuperación física de los tejidos internos y externos. Ten cuidado con algunas soluciones agresivas para tu piel, como las que están hechas a base de éter. Los baños posparto generalmente incluyen un masaje abdominal, drenaje linfático, alineación de pelvis, revisión perineal para evaluar la rehabilitación, cierre con rebozo e inmersión en una tina con hierbas.

En esta experiencia no sólo vas a disfrutar físicamente, sino que tendrás la oportunidad de hacer un cierre emocional. Estás terminando una etapa importante (la gestación) y abriendo otra aún más linda que es la maternidad y la crianza. La contención durante este periodo puede ayudarte a identificar ciertos problemas físicos, así como algún desorden a nivel emocional.

En lo cotidiano del posparto busca pequeños espacios para ti. Tu bebé va a requerir mucho de tu tiempo, pero poco a poco encuentra con tu pareja o tu red familiar momentos en los que te dediques a sentirte mejor, ya sea poniéndote tu mascarilla favorita o tomando té con una amiga, por ejemplo. Dichos espacios personales ayudan definitivamente a sentir que sí puedes y a lograr una adaptación más completa.

contacto@centroirekua.com

Educadora perinatal, educadora en lactancia materna, estudiante de partería y mamá de cuatro hijos. Facebook: Centro Irekua contacto@centroirekua.com

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