
Ejercer tu identidad a nivel de excelencia ayudará a que seas auténtica y evitará que sientas vergüenza o quieras quedar bien con los demás ahora que eres mamá por primera vez.
La identidad es la virtud que nos permite actuar con autenticidad ante cualquier circunstancia. Esta capacidad de hablar y actuar como se piensa es una cualidad que puede desarrollarse a voluntad. Al mismo tiempo, la identidad nos permite saber que cada quien es una persona única e irrepetible.
Cuando alguien ejerce esta virtud a nivel de excelencia:
- Difícilmente se siente observada o avergonzada.
- Rara vez intenta gustarle a los demás.
- Disfruta mucho sus momentos de soledad.
- Actúa como si supieran que a los demás les pueden caer bien o mal porque cualquier punto de vista es válido.
Por supuesto, no hay que confundir el intentar gustarle a los demás con el simple hecho de tratarlos de manera respetuosa y cordial. La persona con identidad puede ser respetuosa y sentirse cómoda sabiendo que habrá desacuerdos y que no siempre les caerá bien a otros.
Por otro lado, la persona que no se ha dado a la tarea de ejercer su identidad:
- Puede sentirse avergonzada y observada, pero además le cuesta mucho trabajo estar a solas.
- Sentarse sin compañía en un restaurante o en lugar concurrido puede ser una experiencia muy desafiante; naturalmente buscará la presencia de otros para aliviar la presión de la observación.
- Al estar con otros, toma la identidad de ese grupo y así no necesita proyectar la propia.
¿Cómo desarrollarla?
Dado que la vergüenza es el sentimiento opuesto a la identidad, esta virtud se puede desarrollar practicando actividades de gusto personal a solas, mientras los demás nos pueden observar.
Por supuesto que esta sugerencia causa miedo y muchos frenos, pues expone a situaciones que no son agradables para una persona con identidad débil. Sin embargo, mientras más se ponga en práctica, menos vergüenza habrá.
Imaginemos a una mamá que disfruta leer y practicar yoga, pero que siente vergüenza de hacerlo a solas en un parque, pues los demás podrían criticarla. Cuando ella se propone realizar estas actividades sin compañía y a la vista de los demás, nota que, después de un tiempo, ya no le causa vergüenza; ya no le importa si el libro que está leyendo o su vestimenta para realizar yoga es o no del gusto de los demás.
Otro ejemplo: si a la mamá le da vergüenza el berrinche de su hijo en plena calle –antes que pensar en contener al niño o ayudarlo a tolerar su frustración–, ella probablemente tiene un problema de identidad: “Yo soy mi hijo; lo que opinen de él es lo que opinan de mí”.
De la misma manera, la mamá por primera vez podrá identificar si cada uno de sus hijos tiene la virtud de la identidad como carencia o a nivel de excelencia:
- Si su hijo es capaz de jugar solo sin ningún problema.
- Si no cambia su actitud cuando se enfrenta a personas nuevas.
- Si se desenvuelve de manera muy natural en cualquier ambiente.
En esta situación, hay que asegurarnos de que aprenda a valorar la compañía de otras personas y los trate con respeto, manteniendo su propia individualidad.
En el caso de un problema de identidad, le costará mucho trabajo estar a solas a la vista de los adultos u otros niños, o bien, tratará de agradarles de manera desmedida. Aquí es recomendable inculcarle actividades constructivas que el niño pueda realizar a solas y a la vista de los demás.
Los deportes y las actividades artísticas individuales que requieran público son excelentes opciones para el desarrollo de la identidad.
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