
Aunque parezca mentira, los niños prefieren un regaño a ser ignorados. ¿Sientes que tu hijo “ya te tomó la medida”? Quizá le esté faltando un refuerzo positivo.
Cuando un niño se porta mal, grita, hace berrinche o se niega a seguir reglas, obtiene toda nuestra atención entre regaños y castigos. Ahora bien, ¿qué pasa con ese mismo niño cuando pide las cosas bien y sin gritar? Pues nada porque el niño no está molestando… y el niño se da cuenta de que no pasa nada cuando se porta bien. Por eso es muy importante motivar el buen comportamiento reconociéndolo y reforzándolo.
Reforzamiento positivo
En su mayoría, los niños cambian bastante rápido en cuanto ven que se le pone más atención a una conducta positiva:
- En el momento que haga algo bien, dile algo como: “Qué bien cuando hablas o pides esto sin gritar, me encanta”. El caso es hacerle notar la diferencia y darle reconocimiento.
- No le des premios: refuerza con afecto.
- Llámale por teléfono a alguien que le importe al niño; asegúrate de que te escuche y presume diciendo que estás muy contenta de que ya está aprendiendo a pedir cosas y a hablar de una manera bonita. Pídele a esa persona que, cuando vea al niño, lo felicite.
- Evita los dobles mensajes, pues si las dos figuras más importantes de autoridad para un niño (sus padres) no se ponen de acuerdo y uno le dice sí y el otro no ante una misma situación, sólo va a confundirse, hacer lo que más le conviene y sentirse inseguro por no entender qué es lo verdaderamente correcto e incorrecto. Esto aplica también cuando un día lo regañas por algo que al día siguiente no te importa en lo más mínimo. Aunque no siempre tienen que estar de acuerdo en todo, platiquen entre ustedes después sin que el niño escuche.
- No hables enfrente de tu hijo de aspectos privados que puedan avergonzarlo, como su timidez, que todavía se hace pipí en la cama o que le tiene miedo a la oscuridad.
Tu mensaje será más poderoso si va acompañado de señales no verbales como contacto visual, un tono firme pero cariñoso y coherencia entre lo que dices y haces.
Además, toma en cuenta que la conducta que quieres extinguir irá mejorando, pero no linealmente, o sea, a veces el niño podría regresarse a la anterior. La clave es persistir pero, si se trata de algo más intenso y recurrente que está haciendo sufrir a tu hijo y a la familia, ayuda mucho una consulta profesional.