
Para enseñarle a luchar contra los monstruos de la vida, sacúdete los prejuicios sociales y las expectativas en torno a cómo ser padre y cómo deben ser los hijos.
Las familias se han modificado y cada vez es más común que las divisiones marcadas entre padre y madre se difuminen: las mamás salen a trabajar y aportan dinero al hogar; los padres cocinan, lavan, planchan y revisan las tareas escolares de los niños. Atrás ha quedado el estereotipo de la madre que permanece en casa al cuidado exclusivo de los hijos y del padre únicamente como sustento económico.
A pesar de todos estos cambios, aún persisten prejuicios que pueden provocar mucho daño dentro de la estructura familiar. Por ejemplo, todavía suele pensarse que la expresión afectiva y la calidez emocional es exclusiva de las mujeres, mientras que las reglas de la casa dependen mayormente del padre. Esto genera una polaridad y una división entre padres e hijos, por lo que poco a poco el papá puede ser vivido como una figura atemorizante, llena de prohibiciones y regaños. ¿Cuántas veces hemos oído que los permisos tienen que venir de papá?
De ahí que es necesario iniciar un camino emocional, en donde como papá recorras todos los momentos en donde el involucramiento y la expresión de sentimientos y emociones te beneficien a ti y tus pequeños. Para ellos, siempre serás el primer superhéroe, ese hombre que genera admiración y que, con su cercanía, da la certeza de que todo está y estará bien, con quien se sienten seguros y en confianza.
Tu presencia en el embarazo
Todo comienza en esta etapa. Hay miles de páginas de internet, libros y blogs que nos hablan de la conexión de la madre con su hijo en el vientre. Si bien es cierto que la cercanía entre la mamá y el futuro bebé es natural y característica, esta particularidad no excluye al padre de poder vincularse con ese pequeño que también es parte de él. Tu voz es un buen comienzo. Acércate al vientre de su mamá y hazte escuchar, diciéndole cuánto lo quieres y cómo estás viviendo la espera; estos acercamientos cotidianos y constantes empezarán a formar una relación muy temprana entre ambos.
Otro aspecto fundamental del rol paterno durante el embarazo tiene que ver con proporcionar un espacio seguro para la madre y que de esta forma ella pueda conectarse con la vida que se desenvuelve en su interior. Esta seguridad no solamente involucra el plano económico; también tiene que ver con proporcionar un ambiente emocionalmente estable, en donde los cambios hormonales y los estados de ánimo sean tolerados por la pareja y, de esta forma, la mamá sea capaz de expresar lo que sucede en su interior.
De igual manera, involucrarte en el curso psicoprofiláctico o de preparación al parto, en las compras de los productos del bebé y en el acondicionamiento de su cuarto hacen que como papá vayas construyendo la imagen de tu hijo en tu interior.
Tiempo para ser papá
Cuando por fin ha llegado después de tanta espera, comienza el mejor trabajo de todos y el que durará toda la vida. La crianza no está destinada a la madre y es fundamental que el padre se involucre a cada paso del camino. Es importante que tú también te involucres en la alimentación: si acostumbran darle leche en biberón, es una excusa perfecta para que tú se lo des en tus brazos, le hables, beses su frente y dejes que te huela y te sienta. Puedes platicarle de ti y de tu historia, de lo mucho que lo amas y te emociona ser padre.
De igual manera, el momento de bañarlo es un pretexto ideal para conectarte con el niño, acariciarlo, platicarle tu día, sonreír juntos. Y así en todas las etapas de su desarrollo: cuando comienza a gatear, cuando prueba los primeros sólidos, en sus primeros pasos donde te extiende los brazos para llegar a ti, cuando está aprendiendo a beber en taza y a dejar el pañal. La pareja parental debe construir un espacio donde el papá puede involucrarse y hacerse notar como una figura estructurante para el desarrollo emocional del bebé.
Si el padre se convierte en la figura que regaña, reprime y limita, el vínculo irá creándose poco a poco desde un lugar de miedo y frialdad, por lo que los límites en la educación y la expresión de las emociones siempre deben ser compartidos entre papá y mamá.
Conforme los hijos van creciendo, hay posibilidad de realizar más actividades con ellos. Vivimos en una época en donde desgraciadamente se le da demasiada importancia al factor económico, así que nos encontramos con padres muy trabajadores pero ausentes. En este caso es muy complicado identificarse porque, en realidad, la ausencia desconecta y no permite el encuentro entre papá e hijo, y el dinero nunca será un sinónimo de amor.
Dedica espacios para convivir de manera individual con cada uno de tus pequeños, pues cada hijo tiene características, deseos e intereses diferentes. Hay que relacionarse a partir de la esencia y la particularidad. Ser hombre no es igual a ser deportista, rudo o a tener intereses que se han considerado como masculinos desde los prejuicios sexistas. También existen hombres a quienes no les gustan los deportes o que son más sensibles.
Cuando el padre se abre a la esencia de su hijo y lo acepta tal cual es, se convertirá en el primer y más importante superhéroe de su historia. Si no es así, no será más que el villano maléfico que atemoriza y del que hay que escapar.
Un lugar para ser y sentir juntos
Las emociones no son femeninas; también es de hombres reconocer los afectos y demostrarlos. Ser frio no te hace ser más masculino y ser emocional no te hace ser femenino. La fortaleza de cada ser humano consiste en librarse de las ataduras de los estereotipos y mostrarse, sentirse y ser tal cual se es, sin miedo a mostrarse por tener que seguir una idea prefabricada de lo que se espera de cada uno de los géneros. Esta apertura, desde un lugar de franqueza y honestidad, será la mejor herramienta para criar hijos felices, sanos y también sinceros.
Los hombres que son padres y no son capaces de mostrar su mundo emocional son percibidos como distantes, fríos e inalcanzables; terminan siendo figuras a las que no se puede recurrir en caso de emergencia.
Un padre frío inevitablemente desarrolla miedos e inseguridades en los niños, ya que la imposibilidad de acercamiento en la mayoría de las situaciones suele explicarse como una falla propia, es decir, un niño pequeño no podrá dar una explicación del por qué papá no le dice que lo quiere o no muestra lo que siente; la explicación que este niño generalmente se proporciona es que esta ausencia afectiva tiene que ver con algo malo en él o ella, como si el pequeño no fuera suficiente para que papá le muestre su amor y cariño.
Por lo tanto, las emociones no son propiedad de la madre, pero, aun así, debido al proceso natural del embarazo y los nueve meses de gestación, ella siempre tendrá una conexión emocional distinta y, en ocasiones, menos objetiva con el niño. Por eso, el padre será el encargado de mantenerse firme ante las reglas; él es de alguna forma (y en una medida equilibrada) el que instaura la ley familiar y vela por su cumplimiento.
No significa que como papá tengas que ser el policía o el verdugo, sino que, al no haber cargado nueve meses con el bebé, tienes un lugar privilegiado y más objetivo para permitir que las reglas sucedan, se vivan y tranquilicen a todos los integrantes de la familia.
Papá de niñas
En cuanto a las hijas, el padre es su primer amor platónico. La forma en la que te muestres con ella y con el mundo será crucial para su vida. Si este vínculo es bondadoso, tierno y amable, la pequeña en la edad adulta buscará estas características en los hombres; por el contrario, si este amor es agresivo y hostil con el mundo externo, la búsqueda estará marcada por la agresión y la hostilidad.
Estas primeras relaciones, tanto en hombres como en mujeres, serán determinantes para sus elecciones amorosas y para la forma en que perciben el mundo.
Qué esperar de tu hijo
Las expectativas pueden transformarte en un fantasma peligroso y aterrador que atenta contra la libertad, ya que daña los vínculos y complica el establecimiento de relaciones sanas entre los padres y los niños. Por eso:
- Es importante que cada papá analice, de manera honesta, lo que le gustaría que pasara con su hijo o cómo le gustaría que éste fuera ante el mundo. Si no te identificas con ella o él, seguramente esto permeará de manera inconsciente en la relación, lo que provocará que esta nueva vida no se pueda desarrollar desde un lugar de libertad y sí desde un escenario cotidiano de miedo y rechazo.
- El único deseo auténtico que todo papá debería tener con cualquiera de sus hijos, sean hombres o mujeres, es que sean felices y encuentren su lugar en el mundo. Para la construcción de esta felicidad, es indispensable tu aceptación como padre.
- Es probable que el niño sea muy distinto a ti y tenga intereses o aptitudes diferentes a las tuyas. Esta diferencia, en lugar de ser atemorizante, puede ser una oportunidad para conocer otros mundos y crecer como papá y ser humano.
- Hay que desprenderse de los prejuicios sociales sobre lo que significa ser hombre y mujer. Existen individuos que están conformados de muchos colores, texturas y sabores. Aprende a conocer los colores de tu hijo y no trates de pintarlo con los tuyos. Sus colores son únicos y, si se pierden, también se perderá su esencia, su libertad y su relación contigo.
- Los miedos y los prejuicios son tuyos y no de tu hijo o hija. Ayúdalo a descubrirse y no a ser quien tú quieras que sea. No temas ser su primer superhéroe, con el que pueda luchar contra los verdaderos monstruos de la vida.