
La melancolía de la maternidad es más común de lo que se piensa: hasta un 70% de las mujeres padece baby blues.
En todos lados escuchamos que la llegada de un bebé trae alegría, crecimiento, belleza y plenitud. Es cierto, pero también puede ser una etapa de estrés intenso y desequilibrio emocional para ti que eres mamá por primera vez.
El embarazo, parto y puerperio (posparto o “cuarentena”) representan cambios importantes en la vida de toda mujer en lo biológico, psicológico y emocional, especialmente si existen algunos temores en torno a la maternidad, antecedentes familiares de depresión, o bien, embarazos no planeados o no deseados.
Tu nueva vida como mamá, tu pareja (si la tienes), el desarrollo del bebé recién nacido y la familia son elementos que pueden estar en riesgo sin darse cuenta o sin conocer la causa exacta. ¿Hay forma de prevenirlo? Sí, con la información y el apoyo adecuados para cada caso.
Baby blues
La melancolía de la maternidad o baby blues le sucede a la mayoría de las mujeres. Entre 5 y 7 de cada 10 que dan a luz lo experimentan. Es un sentimiento de tristeza que llega entre las primeras horas después del parto y hasta el segundo o tercer día. Para detectarlo, fíjate si tienes cierto grado de insomnio, fatiga, algún estado ligero de ansiedad, cambios de humor y llanto frecuente. Esto es normal hasta cierto punto y por lo general desaparece en un par de semanas, ¡no más!
Si bien la causa precisa no ha sido determinada, se le atribuye a una combinación de factores fisiológicos, psicológicos y sociales. Los cambios hormonales (los niveles de estrógeno y progesterona bajan notablemente y lo puedes notar en que tu cabello comienza a caerse más que nunca, pero es algo temporal), el desgaste tras el parto, la tensión familiar de la que no se habla mucho por la felicidad de recibir al bebé y dormir poco son algunos factores que pueden influir en la aparición de la melancolía maternal. Sin embargo, el episodio es autolimitado, las emociones pueden regularse con voluntad y por lo tanto no es necesario ningún tipo de tratamiento específico. Requiere mucho apoyo por parte de la pareja y la familia… y algo de paciencia, entendiendo que pasará pronto.
Depresión posparto
La DPP o depresión posparto es una enfermedad que ataca a más mujeres de las que se piensa. Entre 8 y 20% de las mamás sufren depresión posparto. El problema radica en que no es detectada a tiempo o no se le presta la atención debida.
Tener un bebé puede producir tanto alegría como agotamiento; este cansancio se va a ir acumulando, ya que el primer mes de vida de tu bebé es muy demandante y absorbente, de tal manera que es difícil que logres encontrar momentos y espacios para recuperarte. Durante las primeras semanas después de dar a luz es posible que sientas fatiga y algo de molestias a medida que tu cuerpo se recupera (sobre todo si tuviste cesárea). No pierdas de vista que todo esto es normal; fisiológicamente se espera que suceda.
De pronto te das cuenta que te sientes triste y desmotivada sin que lo puedas controlar, muchas veces sin relación aparente con el agotamiento debido a los cuidados constantes que el bebé requiere. Es entonces cuando te preguntas si algo raro pasa y la culpa aparece:
- “¿Por qué no puedo o no quiero amamantarlo?”
- “¿Hay algo malo en mí?”
- “Deseaba tanto a este bebé y ahora me siento muy mal”
- “Mi bebé es perfecto y yo no soy feliz”
- “¡Soy una mala madre!”
Las mujeres que pasan por este contraste extremo de pensamientos, emociones y sentimientos creen que son malas mamás, ya que no están disfrutando su maternidad como se lo habían imaginado, como sus amigas les dijeron o como su propia madre les advirtió que sería. Sus expectativas no se cumplieron y en la mayoría de los casos se lo atribuyen a ellas mismas (la culpa de nuevo).
Este tipo de depresión puede confundirse fácilmente con un baby blues, en tanto los síntomas son muy similares, pero son mucho más intensos y duraderos. Estos no se quitarán solos y si la DPP no se trata a tiempo puede alargarse durante meses y en ocasiones por años, incluso con ideas suicidas. Uno de los problemas para identificar este padecimiento es que no siempre aparece en las primeras semanas después del parto, sino que algunas veces llega a aparecer a los 6 meses del nacimiento, por lo cual ya no se relaciona necesariamente con la maternidad.
Aunque la depresión posparto puede aparecer en cualquier caso, hay factores que influyen para aumentar el riesgo. Aquí algunos síntomas para que puedas identificarla:
- Sentimientos negativos hacia el bebé
- Falta de placer en todas o en la mayoría de las actividades
- Disminución del apetito
- Necesidad de aislamiento social o desconexión
- Sentimiento de inutilidad o culpa
- Problemas para dormir (aun cuando el bebé duerme)
- Dificultad para concentrarse, pensar y tomar decisiones
Si crees que estás pasando por este tipo de depresión, es importante que sepas que no estás sola y que hay otras mujeres que atraviesan el mismo episodio. Lo primero será contactar a un especialista: puede ser tu ginecólogo, tu educadora perinatal, tu doula (acompañante de parto) si la tuviste en el nacimiento de tu hijo, un psicólogo o algún grupo de apoyo dedicado a este proceso. Entre más tiempo dejes pasar, el proceso podría ser más tardado.
¿Sientes que no puedes controlar ni superar la tristeza? No dudes más en ir a consulta.
El primer paso es reconocer tus sentimientos y aceptarlos. No te sientas culpable, simplemente estás viva reaccionando a los cambios y nuevos retos como mamá.
Acerca de la autora
Ariadna Solís es educadora perinatal y en lactancia materna